Un día, el Dios Zeus y Hermes, tras un viaje por la región transformados en mendigos, llegaron a la ciudad de Frigia en medio de la tormenta, y allí pidieron a sus habitantes un lugar para pasar la noche, para así poner a prueba la hospitalidad de los hombres de aquel lugar.
Zeus y Hermes buscan la hospitalidad
Llamaron a cientos de puertas, de personas ricas, de personas importantes, de comerciantes, de artesanos, de campesinos, pero nadie accedía a facilitar cobijo por una noche a unos extraños dado el carácter egoísta de los habitantes de esa ciudad.
Tras la negativa, divisaron en el extremo de la ciudad, fuera de las murallas, una humilde cabaña que era el hogar de los viejitos Filemón y Baucis. Estos les permitieron entrar en pequeña cabaña.
Filemón y su esposa Baucis, un matrimonio muy pobre pero dichoso que llevaban toda la vida juntos y vivían su pobreza de forma alegre y apacible en su humilde barraca.
La hospitalidad de Filemon y Baucis
Tras ofrecer asiento en su mesa a los dioses de incognito, Filemón y Baucis, avivaron el fuego y les dieron mantas para que tomaran calor de forma más rápida pues la noche era muy gélida.
Ofrecieron a sus invitados algunos aperitivos como aceitunas, miel, pan mientras Baucis preparaba una reconfortante sopa caliente con lo poco que tenía. Después de servir la comida y vino a sus invitados, Filemón y Baucis notaron que a pesar de llenar varias veces los vasos de los visitantes, la jarra de vino estaba aún llena, de lo que dedujo que aquellos extranjeros eran en realidad deidades.
Entonces lleno de angustia y pensando no enojar a los dioses por la comida tan humilde que habían servido, se apresuraron rápidamente a honrar a los dioses con los más valioso que tenían. Servirán un ganso que tenían en el corral para finalizar la comida, pero cuando el anciano se acercó al ave, el animal corrió hacia al refugio de Zeus sobre sus muslo, quien de forma divertida y con risas aseguró que no era necesario tal sacrificio, pues debían marcharse.
La destrucción de la ciudad de Filemón y Baucis
Zeus avisó al matrimonio que iba a destruir la ciudad por su egoísmo y todos aquellos que les habían negado la entrada serían destruidos con ella. Les dijo que si querían seguir con vida deberían subir a lo alto de la montaña con él, y no darse la vuelta para mirar hacia detrás.
Arriba de la montaña volvieron la mirada y todo su ciudad había sido devorada por un mar de la que emergía una pequeña isla, en la que se ubicaba su humilde choza.
La metamorfosis de Filemon y Baucis
Zeus convirtió la cabaña en un templo y les preguntó con cara de agradecimiento y bondad cuales serían sus mayores deseos.
El matrimonio pidió ser guardianes del nuevo templo porque habían vivido toda su vida allí, y solicitaron vivir juntos la mayor cantidad de tiempo posible y morir al mismo tiempo.
Zeus les concedió sus deseos. Ambos fueron los sacerdotes del templo durante el resto de su vida, y un día juntos ante las gradas del altar pensando en los mayores que estaban y el maravilloso destino con el que habían sido bendecidos, Baucis vio a Filemón transformase y Filemón a Baucis cambiar en verde follaje y en torno a cuerpo construirse una corteza de árbol con frondosas copas
Y así terminó la feliz y unida pareja, Filemón convertido en roble y Baucis en tilo, inseparables arboles para siempre como lo fueron en vida.
Resumen del mito de Filemon y Baucis
La relación de Filemón y Baucis no utiliza de pilar la belleza natural, sino un estilo de vida simple, lleno de amor y la humildad. Esta vida es recompensada cuando se convierten en arboles unidos por el resto de los tiempos.
Significado del mito de Filemon y Baucis
La hospitalidad y la solidaridad no dependen de la riqueza material
Fin del mito de Filemón y Baucis para niños
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