Hercules y las manzanas del jardín de las Hespérides

El penúltimo trabajo del héroe de Grecia que sería el úndecimo trabajo de Hércules consistía en traer al rey Euristeo tres de las manzanas de oro del jardín de las Hespérides. Euristeo rió de Hércules pensando que jamás lograría realizar tal heroica tarea, pues nadie conocía el paradero del hermoso jardín, y Hércules vagaría toda su vida buscando el lugar.

Las manzanas del jardín de las Hespérides

Se decía que las manzanas del jardín de las Hespérides eran de oro y tenían el poder de otorgar a los dioses la eterna juventud de la que gozaban y la inmortalidad.

Las manzanas habían sido un regalo de la diosa Gaia para la diosa Hera por su boda con el dios Zeus. Hera tomo las manzanas y las planto en un huerto para su disfrute personal.

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Penultimo trabajo de Hercules

¿Quiénes eran las Hespérides?

Las Hespérides eran tres ninfas que cuidaban el maravilloso jardín en una lejana zona del mundo desconocida y su ubicación era todo un misterio. Se las conocía como las damas de la noche y eran hijas del titán Atlas, que vivía en lado occidental del mundo.

Custodiando el jardín se encontraba el dragón ladón, un temible dragón de cien cabezas a cada cual más feroz.

La búsqueda del jardín de las Hespérides

Hércules llevaba 8 años realizando trabajos, y estaba cansado, pero no pensó que tendría tanta dificultad en encontrar el jardín de las Hespérides. Después de mucho vagar por la tierra, conoció unas ninfas que le dijeron que solo había un dios llamado Nereo que cocía la ubicación del bosque de las manzanas de oro.

Hércules y Nereo

Nereo eran un Dios que cuando huía era capaz de transformarse en cualquier cosa, así que se le escapo varias veces a Hércules pues no quería contar el secreto de la ubicación del jardín de las Hespérides.

Así que cuando lo atrapo de nuevo, Hércules con sus fuertes brazos lo agarró y le prometió que no lo soltaría hasta que le dijera lo que quería saber. Nereo se transformó en miles de formas diferentes y animales todas las conocidas por él, pero no puedo soltarse de Hércules, así que sucumbió y le revelo el secreto de tal misterio, los jardines del Hespérides estaban en los confines de la tierra conocida donde el sol ocultaba todas las noches.

Hércules y Prometeo

En su camino hacia conseguir las manzanas del jardín de las Hespérides, hércules encontró un gigante encadenado a una roca y un águila atacándolo, era Prometeo el titán que había ayudado a los hombres a conocer el fuego.

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Hercules salvando a Prometeo

Hércules viendo el sufrimiento de Prometeo, tras pedir permiso a su padre Zeus, mató con sus flechas envenenadas al águila gigante y Prometeo puede descansar de su tortura para siempre.

Como agradecimiento, y tras conocer el motivo del viajes de Hércules, Prometeo le aconsejó que no arrancase las manzanas de los árboles del Hespérides  con sus propias manos.

Hércules y Atlas

Por fin llego Hércules al jardín de las Hespérides, y siguiendo las advertencias de Prometeo, le rogó a Atlas, el  titán condenado por Zeus a mantener separada la tierra del cielo sosteniendo el mundo con sus hombros y manos para toda la eternidad que tomase las manzanas por él pues como padre las ninfas Hesperides le sería permitida la entrada sin problemas. Mientras tanto Hércules se ofrecía a sostener el peso del cielo, para que el descansara durante un tiempo.

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Hercules y Atlas

Atlas le pareció una gran idea pues descansaría y vería a sus hijas, pero solo le pidió como condición que previamente matara al dragón Ladón.

Tras enfrentarse al dragón Ladón y derrotarlo, mediante su arco y las flechas envenenadas de la hidra. Hércules volvió junto a Atlas y sostuvo la bóveda celestial. Mientras Atlas iba a buscar las manzanas.

Atlas regresó después de un buen rato tres de las manzanas del Hespérides y, como no le gustaba nada sostener el cielo sobre sus hombros, se ofreció a llevar al rey Euristeo las manzanas de oro a Micenas.  Hércules estaba cansadísimo, no podía soportar el peso más, pero tuvo la chispa de inteligencia suficiente para decirle a Atlas que le agradecía el favor, pero si podía sujetar un momento el firmamento para él colocarse un cojín sobre los hombros y así estar más cómodo, lo agradecería.

Atlas accedió amablemente a su deseo y sujetó la bóveda de nuevo, momento el cual aprovechó Hércules para tomar las manzanas y salir disparado de allí sin despedirse del gigante atlas, pues temía que si quedaba un poco más lo obligaría a estar sujetando el cielo por siempre.

Fin del undécimo trabajo de Hércules

En su vuelta al reino de Micenas ofreció las manzanas de oro del jardín de las Hesperides a Euristeo que con la boca abierta y ojo asombrados,  no se atrevió a tomarlas por ser algo tan sagrado para los dioses, así que Hércules se las dio  la diosa Atenea que se encargaría de llevarlas a su lugar de origen.

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Manzana de oro hesperides

Por primera vez, el rey Euristeo a pesar de su enfado por haber sido vencido por Hércules, empezó a sentir como admiraba a este hombre que era capaz de cumplir cualquier misión que se le encomendará daba igual lo peligrosa o irrealizable que fuera.

Así que le dijo a Hércules, que volviera al día siguiente que ya tenía la tarea pensada, la más increíble a realizar, le encomendaría el duodécimo trabajo de Hércules.

Los trabajos de Héracles fueron los siguientes:

  1. Hercules mata al León de Nemea
  2. la Hidra de Lerna mito
  3. La cierva de cerinea y Hercules
  4. Cuarto trabajo de Hércules
  5. Limpiar los establos rey Augías en un sólo día
  6. Cazar a los pájaros de Estínfalo
  7. Septimo trabajo de Hercules
  8. Los caballos devora hombres
  9. el cinturón de hipolita
  10. vacas monstruo Gerión
  11. Atlas, Hercules y las Hesperides
  12. trabajo de hercules el cancerbero y sacarlo de los infiernos

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