Ulises y los lotófagos

Tras salir de la tierra de los cicones  y siguiendo con la odisea los dioses quisieron jugar de nuevo con los barcos de Ulises, y se formó otra nueva tormenta que los les dejo a merced de los vientos durante 9 días hasta que los vientos amainaron.

Los barcos estaban en muy mal estado, pero divisaron una isla y allá dirigió Ulises, sus barcos para que fueran reparados y llenar las bodegas con nueva agua fresca y sustituir la comida estropeada por el agua del mar.

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Lotofagos

La isla de los comedores de loto

Ya en tierra, se dieron cuenta de que aquel lugar parecía un paraíso de frondosa vegetación y lagos de aguas transparentes… La tripulación comió y bebió plácidamente.

Más tarde Ulisés decidió conocer que había en la isla y explorar el interior de aquella isla. Así que envío a varios hombres para explorar.

Encuentro con los lotófagos

Estos hombres recorrieron la isla y encontraron a sus habitantes que resultaron ser pacíficos y hospitalarios, estos se hacían llamar los lotófagos, porque eran hombres que comían el fruto del loto. Un fruto delicioso como la miel, pero que tenía una propiedad que los hombres de Ulises desconocían.

Los hombres de Ulises comieron de aquel fruto, en gran cantidad, pues era muy ofrecido por sus anfitriones y luego se durmieron para descansar. Cuando se levantaron se unieron a sus anfitriones descansando en la playa, se sentían muy bien, no tenían preocupaciones, de hecho habían olvidado de donde eran y quien era Ulises solo querían tranquilidad y comodidad.

Así que pasaron varios días y Ulises ya con los barcos reparados y listos para zarpar con los alimentos suficientes en las bodegas se preocupó mucho por sus compatriotas y su tardanza pues los quería llevar sanos y salvo a su patria, Ítaca.

Ulises y la flor de loto

Así que decidió ir buscarlo el mismo con otros hombres por si les había ocurrido algo. Tras varias horas por la selva de la isla, Odiseo encontró el campamento de los Lotófagos y con gran alegría observo que sus compañeros se encontraban perfectamente, de hecho parecían felices riendo y cantando.

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La flor de Loto

Ulises se dirigió a ellos para volver a los barcos y estos le dijeron que ellos no eran de Ítaca, y que no tenían familia, ellos eran de allí y no se querían mover. Ulises extrañado ante tal actitud y viendo que los anfitriones continuamente no paraban de ofrecer el fruto del loto, con lo ingenioso que era enseguida se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo y dio mil y una excusas para no comer del fruto del loto que le ofrecían los lotófagos.

El fruto del olvido en la mitología griega

Ulises prohibió a los hombres que lo acompañaban que comieran del fruto y ordeno que apresaran a los primeros exploradores que fueron llevado al barco de nuevo con gran pesar y sujetados con cuerdas muy enojados porque ellos querían seguir en la isla del olvido, una isla que dejaba a los hombres sin ninguna preocupación siempre descansado en las playas o bosques sin obligaciones y fantaseando con sueños felices mientras comían de fruto del loto.

Estos hombres comedores de loto tampoco tenían proyectos del futuro, para ellos los días transcurren sin sufrimientos ya que no recuerdan nada. Los lotófagos miraban impasibles como se llevaban a sus huéspedes, solo ofrecían más fruto del loto, y los hombres sanos de Ulises tenían que  tener gran fuerza de voluntad para no sucumbir a los estímulos.

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Ulises salva a sus compañeros

Los exploradores fueron subidos a los barcos arrastrados y llorando, y los demás hombres quedaron con el deseo de haber probado tal fruto, pero Ulises como Jefe fue expeditivo quería a todos los hombres devuelta con él a Ítaca sano y salvos.

A las horas de viaje de  tras dormir un poco, los efectos del fruto empezaron a difuminarse y los hombres recuperaron su memoria y su actitud habitual.

Los barcos de Ulises siguieron su viaje, la odisea, en busca de su casa con buen tiempo, parece que los Dioses habían perdonado la arrogancia de Ulises.

Tras unos días encontraron otra isla que decidieron bajar para avituallarse de nuevo.

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